lunes, 14 de julio de 2014

(Al filo del mañana)
Hace tiempo Rosa Montero publicó un artículo titulado Un triunfo con sufrimiento al fondo (http://elpais.com/elpais/2013/08/16/eps/1376660829_275054.html), en el que hablaba de Juan Pedro Gómez, el hombre que pasó de ser parado de larga duración a millonario gracias al Pasapalabra. Desde luego que en la historia de este hombre uno puede reconocer, como dice Rosa Montero, una gran ambición, así como originalidad de pensamiento y confianza en sí mismo. También hay otros elementos, como la fe en la capacidad de aprendizaje y sacrificio y la disciplina, que llamaron la atención de la escritora.
Pero una cosa es reconocer los elementos que componen la historia de Juan Pedro Gómez, historia que agradará especialmente a los que disfruten con los relatos épicos y con final feliz, y otra muy distinta afirmar que "su historia es una parábola ejemplar para esta España en crisis: trabajador en paro que, con imaginación y esfuerzo, consigue hacerse millonario", porque ahí se nos cuela de rondón todo un principio ideológico que a mí me parece de lo más venenoso. Desde luego no es un principio nuevo ni original, pues hace tiempo que lo importamos de EEUU, pero creo que de la aceptación de este tipo de principios por toda clase de gente -y no sólo por la que compone la clase media alta, en la que quizás lleva más tiempo implantado, aunque seguramente de forma hipócrita- depende en parte que vayamos a salir de esta crisis como una sociedad menos desigual o, por el contrario, como un simple conjunto de individuos, es decir, sin sociedad o con los restos de esta.
Cuando Rosa Montero dice que Juan Pedro Gómez es un héroe y que su historia es ejemplar, lo está ensalzando como ejemplo a seguir por los demás, pero hay que tener muy claro que lo que de verdad se está proponiendo es la lucha individual por la supervivencia. Digo "supervivencia" porque no es posible sostener que con imaginación, ambición, esfuerzo, espíritu de sacrificio y confianza en uno mismo, todos podemos ser millonarios o directores financieros de alguna empresa, que son los dos ejemplos de los que habla en su artículo.
También le sirve a Rosa Montero la historia del parado convertido en millonario para ilustrar eso que afirma al principio: "Todos los que ya tenemos cierta edad sabemos que en una vida siempre hay varias vidas", pero más concretamente "...lo que demuestra Juan Pedro es que es posible reinventarse y cambiar de existencia". No creo que a estas alturas de la (pos)modernidad haga falta que nadie venga a demostrarnos que es posible reinventarse, reciclarse y cambiar de existencia, sin embargo, lo que deberíamos preguntarnos es si de verdad es deseable y en todo caso, si lo es, de dónde surge ese deseo.
Ahora, casi un año después de que apareciera este artículo, me acuerdo de una película reciente que tiene a Tom Cruise como protagonista heroico, Al filo del mañana, que por supuesto no he visto, cuyo eslogan publicitario era simple pero muy revelador: “Vive. Muere. Repite”. Si Rosa Montero no ha visto esta película, alguien debería recomendársela, pues tal parece que los guionistas se hubieran inspirado en sus ideas o ¿será al revés?


                                        

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