(Al
filo del mañana)
Hace tiempo Rosa Montero publicó un artículo titulado Un triunfo con sufrimiento al fondo (http://elpais.com/elpais/2013/08/16/eps/1376660829_275054.html),
en el que hablaba de Juan Pedro Gómez, el hombre que pasó de ser parado de
larga duración a millonario gracias al Pasapalabra. Desde luego que en la
historia de este hombre uno puede reconocer, como dice Rosa Montero, una gran ambición, así
como originalidad de pensamiento y confianza en sí mismo. También hay
otros elementos, como la fe en la capacidad de aprendizaje y sacrificio y
la disciplina, que llamaron la atención de la escritora.
Pero una cosa es reconocer los elementos que componen la
historia de Juan Pedro Gómez, historia que agradará especialmente a los
que disfruten con los relatos épicos y con final feliz, y otra muy distinta
afirmar que "su historia es una
parábola ejemplar para esta España en crisis: trabajador en paro que, con
imaginación y esfuerzo, consigue hacerse millonario", porque ahí se
nos cuela de rondón todo un principio ideológico que a mí me parece de lo más
venenoso. Desde luego no es un principio nuevo ni original, pues hace tiempo
que lo importamos de EEUU, pero creo que de la aceptación de este tipo de
principios por toda clase de gente -y no sólo por la que compone la clase media
alta, en la que quizás lleva más tiempo implantado, aunque seguramente de forma
hipócrita- depende en parte que vayamos a salir de esta crisis como una
sociedad menos desigual o, por el contrario, como un simple conjunto de
individuos, es decir, sin sociedad o con los restos de esta.
Cuando Rosa Montero dice que Juan Pedro Gómez es un héroe y que
su historia es ejemplar, lo está ensalzando como ejemplo a seguir por los
demás, pero hay que tener muy claro que lo que de verdad se está proponiendo es
la lucha individual por la supervivencia. Digo "supervivencia" porque
no es posible sostener que con imaginación, ambición, esfuerzo, espíritu de
sacrificio y confianza en uno mismo, todos podemos ser millonarios o directores
financieros de alguna empresa, que son los dos ejemplos de los que habla en su
artículo.
También le sirve a Rosa Montero la historia del parado
convertido en millonario para ilustrar eso que afirma al principio: "Todos los que ya tenemos cierta edad sabemos
que en una vida siempre hay varias vidas", pero más concretamente "...lo que demuestra Juan Pedro es que
es posible reinventarse y cambiar de existencia". No creo que a estas
alturas de la (pos)modernidad haga falta que nadie venga a demostrarnos que es
posible reinventarse, reciclarse y cambiar de existencia, sin embargo, lo que
deberíamos preguntarnos es si de verdad es deseable y en todo caso, si lo es,
de dónde surge ese deseo.
Ahora, casi un año después de que apareciera este artículo, me
acuerdo de una película reciente que tiene a Tom Cruise como protagonista
heroico, Al filo del mañana, que por
supuesto no he visto, cuyo eslogan publicitario era simple pero muy revelador: “Vive. Muere. Repite”. Si Rosa Montero
no ha visto esta película, alguien debería recomendársela, pues tal parece que los guionistas se
hubieran inspirado en sus ideas o ¿será al revés?
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