Propaganda de Google y Samsung con forma de noticia: http://tecnologia.elpais.com/tecnologia/2016/05/13/actualidad/1463136228_177046.html.
Si en todos los lugares donde aparece la palabra “experto”, se dijera “experto
en dispositivos electrónicos”, la trampa de la noticia quedaría totalmente al
descubierto, pues no se cita ningún otro tipo de experto.
En las aulas inteligentes, en lugar de libros, se usan
tabletas digitales para “gestionar las clases y potenciar la innovación”. Pero,
¿cuál es el objetivo de la innovación? Ninguno concreto, pues es un fin en sí
mismo, como lo son la felicidad, la amistad o el amor, ya que se trata de que
las personas se enriquezcan a sí mismas innovando. Así, cuando el día de mañana
se incorporen al mercado de trabajo podrán disfrutar innovando al mismo tiempo
que trabajan, sin importarles que los productos innovadores que ayuden a crear
en sus empresas sean la base del capitalismo actual (y futuro, es de suponer):
sin innovaciones permanentes, es decir, sin productos nuevos que se conviertan
en viejos en el mismo momento de su adquisición por parte de los consumidores y
que no harán otra cosa más que aumentar los deseos de consumir más
innovaciones, la rueda loca del sistema económico no podría seguir girando cada
vez a mayor velocidad.
Dice un experto citado en la noticia
que “la mayoría de nuestros centros no han cambiado nada en dos o tres siglos.
Allí se están formando los profesionales del futuro, así que tienen que estar
adaptados a las necesidades actuales.” Y lo primero que se le viene a uno a la
cabeza es que si dichos centros han aguantado tanto tiempo sin cambiar debe ser
porque algo bueno debe haber en ellos para que sigan funcionando sin que las
autoridades competentes hayan hecho nada para modificarlos. Pero esta es una
visión caduca y errónea, dirán los expertos en tecnologías educativas, porque
en realidad las inercias del mundo real son muy fuertes como para poder cambiar
lo que se lleva haciendo mal durante siglos. Y el argumento definitivo se ve en
la segunda afirmación del citado experto: “adaptación a las necesidades
actuales”, que no son ya las matemáticas, la lengua o la historia sino los
medios que se deben usar para aprender
las mismas. Si el medio es suficientemente atractivo, las materias de estudio
lo serán automáticamente, por eso insisten en que, de todos los beneficios que
aportan las nuevas tecnologías al aprendizaje,
el más destacable es la motivación de los alumnos, como atestigua la profesora
Silvia Casquete: “Antes les decías a los chavales que sacaran el libro por la
página 36 y la respuesta siempre era ¡Qué
rollo!. Ahora no hace falta que les pidamos nada y ya está la tableta
encima de la mesa para trabajar.” Además de todo esto, al estar “adaptados a
las necesidades actuales”, podrán adaptarse mucho mejor a las necesidades
futuras, cuando ya sean trabajadores, y de esta forma ser más productivos y
estar más integrados en la sociedad.
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